7_Incongruencias: Ruth y Rober

Me fui. Cogí mis carpetas, mis tarjetas de dinero, pedí algo prestado a mis padres para comprarme un mp3 o no sé qué les dije. No me iba a presentar a selectividad, estaba harta. No por el momento. Camino del aeropuerto tuve un momento de flaqueza. Rober me lo quitó de repente. Así empezó todo, con un viaje a Tenerife a casa de mi tía y duró hasta septiembre cuando me presenté al examen de nuevo y no salí corriendo. Todos pusieron el grito en el cielo. Todos menos Claudia y Matías. Se reían entre dientes satisfechos de que hubiera por fin una oveja negra en la familia. Negra y hermosa a la vez. Rober intervino durante quince días para hacerme olvidar la mugre que acumulaba desde el Instituto. Solo Matías me dijo, anda y que le den por culo al alma. Le gustaba mucho Pepe Hierro y se parecía un poco. En fin, que me largué sin mirar atrás sin comprender hasta tiempo después que lo que hice fue una locura, pero necesaria. No vine con las ideas más claras, pero mis pulmones se ensancharon. Rober se quedó en tierra, cumplió su función de antibiótico y, antes de abrir la boca, se esfumó. Me gusta el ruido de las hojas, me gusta este silencio de castaños, brevemente brisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario