6_Luces crepusculares



Tembló la tierra cada 17 minutos exactamente. Es el mayor terremoto en los Abruzzos desde hace años. Todo el mundo habla de lo importante que es. Mi mayor terrremoto lo viví en la universidad continuamente repudiada por las Marta, Vanessa con ese bronceado de solarium, sus móviles y bolsos fashion y sintiéndose la envidia de todos con esas poses y esos gestos. Ruth, Ruth, ¿me pasas los apuntes de 2do de Vídeo y Proyectos? Claro que se los dejaba. No era tonta. No porque necesitara de la popularidad, de la no exclusión. No. Sencillamente era malicia: siempre suspendían y yo sacaba las mejores notas con los mismos apuntes. Cuestión de inteligencia. Mi abuelo siempre sonreía, siempre sacaba de lo más negro algo, se colaba por una grieta ínfima, un arcoiris cuando salía manchado de barro. Toma, un ramo de violetas. Otro día, azucarillos que robaba del Bar Estoril. Al siguiente, le daba por dejarse una gorra de Ferrari, mugrosa con un traje estupendo de boda. Inmaduro o no, siempre me convertía en princesa. La Universidad no me sirvió para mucho, solo para mirar con telescopio las cosas, para detenerme más en una brizna o en un testimonio adecuado. Por lo demás, en este bosque, en este bosque donde en cada hoja empapada lo busco. Matías y el rocío, Matías y esa nariz roja, asomada felizmente por la bufanda de lana, y las castañas en otoño, verás, Ruth, qué buenas al horno, o si no, un collar de perlas para la amona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario