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Es la historia de Alfredo Losa, el Pulga, y Macarena Flores en metro Villaverde. El traje lo guardaba de su último espectáculo en las Carboneras cuando echó el resto en su tiempo libre, aquella noche oscura como el aliento de un lobo, el 10 de septiembre a las 20h30, tira el pitillo que empezamos en 5 minutos. Macarena se había metido de todo esa tarde y nos montamos en el metro hacia Villaverde, dale Alfredo, cómo era aquella , ah sí, “Han puesto en balanza, dos corazones a un tiempo, están puestos en balanza, uno pidiendo justicia y otro pidiendo venganza, yo pegue un tiro al aire, cayó en la arena”. Básicamente, no tenía más que dejarse llevar, sentir cómo sus pies se movían con la canción y pensar en otras cosas, en lo que pudo ser con la Marta, con el pequeño Quique, dejarse llevar por la corriente, no pensar en nada más que en eso porque el sueldo era lo de menos y casi siempre se lo compensaban con alcohol de máxima gradación o con días de descanso. Malditos 400 euros que no servían para nada, ni para invitar a Macarena en su particular descenso a los infiernos, despreciada por sus padres y toda esa retahíla convencional de reproches y de marginalidad y bla bla. Es algo común.

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