9_En el río

Los sobrinos jugaban a cualquier cosa tras la comida familiar en el Restaurante Lakua, muy cerca de Oiartzun. Por allí se fueron ambos, cogidos de la mano, con una actitud serena. Algo ocurrió porque cuando volvieron no fue lo mismo, nunca más sería lo mismo. Nunca antes vieron esa expresión en las risueñas arrugas de Matías. O fue desde entonces. Se llama revelación o iluminación o en vulgar acepción, se le apareció la virgen. El caso es que a partir de ese día en su casa comenzaron a ocurrir cosas demasiado sorpresivas: el amor se hacía con una suavidad sedosa, de indagación del placer y no aquellos salvajes orgasmos que retumbaban por todo el barrio. Se impusieron un ultimátum, un acuerdo de sangre porque la vida parece que les había dado esquinazo y apenas quedaban opciones: o se las arreglaban ellos o el mundo se los comía con patatas y todo. Lo efímero, el simple hecho de pedir dos tostadas y un café poco cargado. O un vaso de agua fría. Querría dormir a partir de hoy todas las noches contigo.

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