4_Hospital
















Lo que tenía más claro era el no. De todo aquel tinglado era el no. De las batas largas y el verde por todos los pasillos era el no. Nadie se había acostumbrado tanto al no como él. Y todo, por hacer del sí su bandera. 70 años, eco, radigrafías, biopsia, pruebas táctiles, a las 9:17 en Consulta, a las 10:34 en Especialista, orina, sangre a las 8:00, una semana más tarde los resultados. Desayunar en esas cafeterías que huelen a catering de hospital (nunca huelen como el de los hoteles), buffet libre hasta las 13:00, menú a 8,90. Lo tenía clarísimo: no. “El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid lo expresó con claridad al afirmar que en España hay unos extraordinarios profesionales que, sin embargo, no están libres de cometer errores, lo que en sanidad puede tener consecuencias dramáticas”. Bah, tiró el periódico a la papelera, el vaso de plástico con café de la máquina. Se puso el cuello de la camisa correctamente. Se ajustó los pantalones, metió todo el dinero suelto que llevaba en su bolsillo izquierdo, rehuyó a varios familiares en la misma puerta de salida, pidió un taxi. Mandó todo a la mierda, esta vez de verdad, su nombre, su identidad, no comprendía por qué ni siquiera qué hacía allí, llorando en el parque, lo peor que le podía pasar es que alguien se acercara a decirle qué le ocurre, está bien, todas esos lamentables clichés “emotiva despedida”, antes de tiempo. Se oscureció un poco al pensar en estas palabras del Macanudo: “Cuando uno vive demasiado tiempo en la ciudad camina sin sentir nada porque transforma lo que ve en formas geométricas abstractas. A nadie le importan las formas geométricas abstractas”. Despedirse antes de tiempo cuando ya hemos vencido al tiempo, no es justo, es solo un capricho al que no tenemos acceso, password equivocado.

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